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miércoles, 20 de enero de 2016

Una cena erótica: Más que un bocado

Una Cena Erótica escrita por Danielle Rose, sexóloga del canal de Hustler Tv.

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Danielle Rose
Sexóloga de Hustler

La especialista gastronómica ‘Gael Greene’ una vez dijo “la buena comida es como el buen sexo: entre más lo tienes, más lo quieres”. A ella le gustaría tener ambas cosas, sin duda no necesitaría nada más.

Fui invitada a pasar una noche en compañía de cinco parejas que han pagado por un puesto para una cena erótica. Múltiples platos gourmet eran servidos por un equipo de meseros casi desnudos.

El intento fue por una noble causa: todas las donaciones fueron a Kinksters para críticos, una organización de caridad que trabaja para dar refugio a animales. Si bien fue una buena causa, calificaría el evento como libertino.

Sencillamente fabuloso

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Te perdiste la entrada, tarta de atún en forma de senos. Todo sucedió dentro de un apartamento pequeño y tenuemente oscuro, con estilo parisino, ubicado en la parte alta del centro de Los Angeles, en medio de la sala un comedor amplio. Una de las meseras estaba acostada a lo largo de la mesa y las tartas de atún estaban servidas sobre todo su cuerpo. Algunos de nosotros usamos nuestros tenedores mientras otros comieron directamente de ella. Solamente si se es autorizado, decía alguien. “Eso depende, en primera medida, de la aprobación que ella dé”.

Cuatro magníficos servidores con nombres como Dama Dragón y Sublime rodearon el salón, algunos de ellos estaban vistiendo máscaras venecianas. Otros llevaban pinzas en los pezones, las cuales se asemejaban con pequeños tornillos de mano medievales. Cada una de ellas vestía ligueros con estilo vintage y siempre nos mantuvieron abastecidos de vino y oporto. 

Ocasionalmente, se apoyaban en la mesa para que los invitados usaran sus espaldas desnudas como bandeja para platos, lo que terminó en nalgadas a medida que transcurrió la noche.

El sórdido amor infantil de Master Chef y el gesto de ojos cerrados sería la mejor forma para describir mi primera impresión de esa noche, solamente que menos cronometrada, más pezones perforados y modales muy cuestionables en la mesa. 

El límite de la dinámica del grupo era el cliché: Los hombres en su mayoría eran padres prósperos muy bien vestidos, trajes formales, pantalón y camisa, con muy buenos puestos de trabajo, ya fuera en el sector financiero, del cine o la salud. Las esposas y novias eran generalmente jóvenes (varias de ellas lucían muy bien), me comentaron algunas parejas relacionadas con la escena de BDSM, quienes pertenecían a estos grupos locales.  Todos fueron muy acogedores con esta intrusa con papel y lápiz en mano.

Me ubicaron al final de la mesa, junto a un par de parejas poliamorosas, quienes a condición de no revelar sus verdaderos nombres, me contaron una historia que ha fortalecido su relación, así que me mantengo fiel a mi palabra y usaré los Seudónimos de Florencia y Jack.

Algunas celebraciones de 40 años pueden ser un poco aburridas, cenas elegantes o viajes para acampar con los niños. Florencia invitó a otras siete mujeres, amigas e incluso unas ex socias de Jack a celebrar una reunión muy íntima en su casa con motivo de su cumpleaños. Durante toda la noche él atendió a sus especiales invitadas,  algunas veces en el salón común con todos los invitados y otras veces en la privacidad de la habitación. Él disfruto un momento de calidad con todas, una a una.

 “Esta historia podría ser la envidia de todos los hombres heterosexuales existentes” Le dije a él. “Yo sé, lo soy. Yo tengo la esposa más maravillosa en el mundo”comentó él.  Florencia, a regaña dientes, intentó devolverle una sonrisa. Después de un rato me di cuenta que olvidé preguntar a Florencia qué quería para la celebración de sus 40 años.  

Deliciosos platos iban y venían. Pan a la plancha en forma de vagina era servido con prosciutto y gorgonzola. Rollos de pollo shabiri cocinados en fruta, al estilo pasión fueron acompañados con arroz de coco. A pesar que fue hasta que todos obtuvimos nuestros propios pinchos, unos gruesos, otros más delgados, llegaron a la mesa las ollas de fondue burbujeante. Desde ese momento la noche empezó a parecerse a un juego de X-rated de Kerplunk.

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Sobre la mesa se trepó Jet, “una masoquista bocado”, torso desnudo y correa. Se acostó boca abajo y se dispuso para ser decorada con fresas bañadas en chocolate, algunas fresas puestas debajo de su ropa interior. Este momento fue como la hora de la comida en un zoológico, todo un frenesí en cuestión de minutos, lo que quedaba de ella eran manchas de chocolate. No han nacido buitres tan rápidos y salvajes, capaces de dejar un cadáver tan limpio. Jet, la masoquista bocado, regresó para volcarse boca arriba sobre la mesa y lo mismo sucedió nuevamente. 

¿Quieres un banano?, me preguntó la dama Dragón luego. Ella estaba pelando la mitad del banano con sus dientes antes de ofrecérmela lista para comer. “Sin manos” advirtió golpeando mi muñeca, cuando fui a agarrarla. Como no quería molestar a la señora Dragón, me tragué medio banano. Ella parecía muy contenta al verme con la boca llena comiéndomelo.

Por encima del hombro de la dama Dragón, me di cuenta que allí estaba Jet, aún llena de chocolate, sentada sobre la rodilla de un caballero. Ella se retorcía mientras un palo de pincho era insertado dentro de sus pezones perforados.

 “Ella es una chica hermosa” dijo Jack, “Ella realmente tiene los pezones más increíbles”, este comentario hizo que sonara un coro de acuerdo, mientras la hermosa chica gemía y se retorcía al tiempo que su otro pezón estaba siendo presionado.

La velada se tornó nublada, sensualidad, humo entrecortado, videos cinematográficos fashion. Eventualmente me fui de la fiesta de mala gana. Cuando abandonaba el lugar, salió corriendo una pareja del baño como gatos descubiertos al irrumpir en una tienda de leche.  

A menudo me llama la atención la forma en cómo muchas grandes culturas del mundo comparten la misma idea acerca de la estrecha relación que existe entre la comida y el sexo; algo que también ha sucedido en U.S. No hay nada sexy en una Big Mac con papas a la francesa, o en un sandwiche de salami; pero después de disfrutar de una deliciosa velada y pasar la noche en este estilizado lugar en el centro de Los Ángeles, parece que finalmente América ha entendido esta idea.

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