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domingo, 13 de noviembre de 2016

Solo Siete meses - [Escrito]

Solo-Siete-mese-Escrito-Nana!!! Nana!!! Fue lo primero que oí al despertar, al abrir los ojos solo vi sus caras asustadas mirándome e intentando ponerme en pie.

Sentí como una lágrima tibia rodaba por mi mejilla, pero no entendía porque o no lo quería entender.

-Estas bien?. Dime algo!

Pero no acertaba a pronunciar palabra; Sentía un nudo en mi garganta que me dolía cada vez que intentaba respirar creo que era mi corazón roto en mil partes el que no me permitía hablar. Solo podía mirar alrededor mientras me sentaba en un sillón, paseando mi vista en los presentes; Isabel y Bernardo estaban tan serenos después de darme la noticia que un momento llegue a creer que lo había soñado, tenían sus ojos azules fijos en mi, pero no se movían, no pude evitar recordar la primera vez que los vi, recuerdo que siempre me asombro su templanza y su porte elegante y aun en esos momentos seguían dando esa impresión.

Luego lo vi a él, sentado junto a mi rodeando mi cintura con su mano, se veía extrañamente hermoso, su tez pálida, sus ojos azules mirando a la nada y sus facciones perfectas desencajaban con las lagrimas que caían en su regazo, tenia un gesto algo extraño como si la desesperación que sentía se hubiera convertido en impotencia o en culpa por ser el centro de tan dolorosa escena.

Yo no tenia la fortaleza de pronunciar palabra alguna, sabía que si lo intentaba solo seria sollozos los que saldrían de mi boca así que solo pude dar vuelta y abrazarlo; Hundí mi cabeza en su hombro y rodee su cuello con mis brazos , no hacia ruido algún, solo sentía las lágrimas escapar de mis ojos y se estrellaban en su cuello, ahí note que sus lágrimas hacían lo mismo en mi, sentí mi cuello mojado, pero cada lágrima que caía era como la peor puñalada de dolor que pudiera sentir, como cuando el amor de tu vida se aleja y tu solo puedes decirle adiós.

No se cuanto tiempo estuvimos así, pudieron ser horas o tal vez solo segundos, el tiempo era tan poco importante… solo se que cuando separe mis brazos solo estábamos el y yo en aquella habitación. Limpie mis lagrimas con mis manos para poder mirarlo a los ojos, pero no sabia si seria capaz de hacerlo… así que subí la mirada lentamente hasta llegar a sus ojos, me miraba fijamente pero en sus ojos había algo extraño como si necesitara que rompiera el silencio doloroso en que nos habíamos sumido, pero yo no sabia que decir… solo un pensamiento cruzó mi mente en ese momento así que lo dije en voz alta:

- No te preocupes, hemos pasado por cosas difíciles y aun estamos juntos, así que ahora más que nunca seguiremos siendo uno.

El agacho la mirada, no sabia por que, tal vez eso no era lo que quería oír… luego lo supe… sentía culpa por lo que pasaría después…

Esa reacción de su parte me dejo desconcertada así que me levante y Salí al balcón trataba de despejar mi mente y entender por que se comportaba así. No noté cuando llego a donde yo estaba solo sentí su cuerpo cerca al mío, sus brazos rodeándome, su pecho y el latido fuerte de su corazón en mi espalda, su cabeza sobre mi hombro, fue el abrazo más tierno que llegue a sentir, pero también el que mas quería que durara, no soportaba la idea de que podría ser uno de los últimos.

A pesar de todo lo que me habían dicho y de las interminables conversaciones sobre el tema mi conciencia se negaba a creer lo que escuchaba; no podía creer que la persona que mas amaba la razón de mi vida se iba a ir de mi lado para siempre, las discusiones se me hacían cada vez mas insensibles solo se hablaba de tiempo 6 u 8 meses como mucho, mi vida tenia el tiempo contado…

Así pasaban los días, la primera semana solo intentábamos seguir sin pensar en eso pero cada vez era mas difícil, los constantes viajes a la sala de oncología, las listas interminables de medicamentos y los no menos cuidados que debíamos tener eran cada vez peores, eran algo que no nos permitía olvidar, algo que cada día nos gritaba: “DEBES HACERTE A LA IDEA”

Alguna vez a las dos semanas de enterarme llegue a su casa en uno de las ya constantes escapadas del colegio, eran escasamente las 8 de la mañana y lo encontré durmiendo, se veía tan placido que solo me senté admirando su belleza que mas parecía la de un Angel que la de cualquier mortal, esa misma belleza que me hacia pensar que a pesar del tiempo que llevábamos juntos no lograba entender como un ser tan perfecto podía estar conmigo. Pero aleje rápidamente aquellos pensamientos de mi mente, me dolía pensar que no sabia cuanto tiempo mas podía durar y solo me limite a admirarlo, su 1.70 de estatura, su piel pálida, su cabello rubio y su figura atlética que generalmente lo hacían ver fuerte contrastaba con lo frágil que era ahora. Sin darme cuenta me topé son sus ojos ya abiertos que me veían desde la cama, aquellos ojos azules que reflejaban la confianza y la jovialidad que reforzaban la mirada de fuego que solía tener ahora día a día se había ido apagando, ya no tenia el mismo brillo y eran enmarcados por unas ojeras azules que resaltaban en su pálida piel pero que de igual forma hacían que se viera bien.

El al ver que yo no pronunciaba palabra alguna estiro su mano hacia mí, mientras que su voz me decía:

- Ven vida mía, quédate aquí conmigo…

Como ignorar aquella frase que me llegaba al fondo del alma y que parecía que leyera mi mente? así que me acosté a su lado, él casi no se movía era uno de esos días malos, solo me miraba, yo sabia que él quería salir de allí pero el cuerpo no le respondía, solo pudo poner nuestras canciones aquellas que un día interpretara en aquel piano que tenia en esa misma habitación, cada nota era como el presagio del dolor que podría llegar a sentir… Solo lo podía ver a los ojos que ahora por el cansancio se querían cerrar, entonces puse mi mano en su mejilla ahora mas pálida y fría que antes, y así se durmió, se veía tan feliz… y recordando como nos conocimos me dormí…

No sabia cuanto tiempo había pasado, me desperté asustada al escuchar un leve gemido de dolor saliendo de algún lado, mire a mi lado pero el ya no estaba… corrí al baño y allí lo vi, blanco, frio, sudaba y en la extraña escena de su piel tan blanca como las paredes solo resaltaba un charco rojo de sangre que le salía a borbotones por la boca… me acerque aterrorizada no sabia que le pasaba pero lo peor ya había pasado, solo un ultimo vomito rojo salió esta vez, levanto la cara clavando su mirada en mi, era una mirada que suplicaba perdón, pero sin esperar a que dijera algo le tome la cara entre mis manos y le di un suave beso en la frente, quería que entendiera que pasara lo que pasara nunca lo dejaría… me arrodille en medio de la sangre y él puso su cabeza en mi regazo, sabia que no me importaba nada, solo lograba oír su respiración pausada y difícil; Así permanecimos un rato los dos tumbados en el piso del baño hasta que tuvo la fuerza de levantarse, lo lleve a la cama y sentado espero mientras que con una toalla húmeda lo limpiaba y cambiaba sus ropas por unas limpias. Cuando terminaba de limpiarlo note una gota en mi mano, era él, estaba llorando… sin levantar la cara solo me dijo:

- Vete, no te mereces pasar por esto, te juro que si te vas te entenderé… no quiero que me tengas lástima…

-no!- grite desesperada- no digas eso! cállate, no lo digas… Cual lastima?? Te amo… no lo ves??

El por fin me miro y cuando vio la ropa llena de sangre supo que no me alejaría y luego sonrió.

-Discúlpame. No debo, no quiero hacerte sufrir… esta bien… solo júrame que si un día te cansas te iras sin pensar y sin mirar atrás.

-Te lo juro- dije sin dudar- eso no va a pasar.

Se levantó y me beso, sentí el calor, el amor que recorría mi cuerpo, sentí mi corazón acelerarse y mi respiración entrecortarse tal como la primera vez, pero me aleje de él… no era un buen día.

Dos meses más pasaron , él no salía de casa su salud no se lo permitía, ya no veía a sus amigos solo estábamos sus padres y yo. Aunque sus amigos lo llamaban todos los días y lo visitaban muy, muy seguido él había decidido no recibirlos, era duro para él que lo vieran así… Cuando salimos por primera vez en tanto tiempo él ya era otro, ocultaba su cuerpo, y su piel a la vista de los demás, no dejaba su cabeza descubierta pues ya no tenía cabello y ocultaba sus ojos con lentes oscuros… ya nada era igual.

Intentaba valerse por si mismo pero yo sabia que no lo lograba así que me había convertido en su sombra, no seria capaz de dejarlo solo, seria su bastón si no podía caminar y su cordura por si un día la perdía. No me interesaba en lo mas mínimo mi vida… mi vida era el… cada día salía de mi casa al colegio pero nunca llegaba, me recogían para estar con él, mis amigas hacían mis trabajos y volvía a mi casa muy tarde en la noche con la excusa firmada de un profesor que sabia lo que pasaba y me ayudaba. Si no comía por estar con él no importaba; si no dormía por vigilar que siguiera respirando lo hacia; si tenia que ocultar el dolor de mi rostro y dejar que me matara por dentro sin dudarlo lo hacía.

Al día siguiente cuando llegue a verlo parecía totalmente recuperado, si no supiera que estaba enfermo no lo creería. Ya se podía levantar sin ayuda hasta parecía que sus ojos brillaban otra vez, me saludo dulce y efusivamente y ahí en su cuarto se arrodillo frente a mí y tomando de mis manos me dijo:

-Nana… mi nana… se que este no es el mejor momento, también se que tal vez me voy a morir pero quiero cumplir un deseo.

-Dime mi nano.

Tienes todo el derecho de decirme que no, también se que te conozco lo suficiente para saber que no lo harías por lastima… Quieres casarte conmigo?

Aquella proposición me dejo en shock, sabia que el me amaba pero no lo imagine en esas. L a emoción me dejo muda, Él un poco asustado ante mi silencio se levantó y tomando mi rostro con sus manos fijó sus ojos en los míos y me dijo:

-Si no quieres… no. Eres muy joven aun… solo creí…- no lo deje continuar mi respuesta fue un rotundo “SI” sellado con un beso. Y así fue, pasados tres días me case con él, las cosas fueron rápido, fue matrimonio civil y solo recuerdo pocas cosas como que tuvimos que hacer cosas no muy legales para que me emanciparan y lograrlo, otro recuerdo que tengo presente es verlo a él sonriéndome y a sus papas muy felices… Todo tuvo que ser escondido, y pudimos convivir juntos poco menos de una semana hasta donde su salud lo permitía…

Los meses siguientes no fueron nada buenos las constantes recaídas se hacían cada vez mas frecuentes, el tiempo se acababa…

Hasta que llegó aquel día… el día en que lo perdí…

Llegue a su casa como siempre pero lo que halle fue el apocalipsis… todos gritaban y golpeaban a la puerta del cuarto. Ante aquella escena sentí como el piso se separaba de mis pies y me vi cayendo por un pozo al que no le veía fin. Corrí a la puerta de cuarto en donde Isabel y Bernardo gritaban, vi un médico que hablaba por celular, en sus ojos se veía lo que decía… era el final…

Sentí como las lágrimas caían incesantes por mi rostro, me pegue a la puerta y solo pude decir tratando de acallar los sollozos y sonar calmada sin mucho éxito: - Nano, soy yo… tu nana… abre por favor.

Oí un leve gemido, como el que escuchara en otros tiempos pero ahora más frágil y sentido. Escuche aquella puerta que se abría lentamente pero solo vi que su cuerpo se abalanzaba sobre el mío, sentí su piel fría, su sudor en la frente y una cascada tibia mojaba mi pecho, y su fuerte abrazo rodeándome como si quisiera aferrarse para impedir la partida. El medico y Bernardo lo agarraron para evitar que cayéramos e Isabel me tomo por los hombros y todos volvimos al cuarto en el que podía sentir que aquel olor metálico y dulzón de la sangre me llenaba los pulmones y marcaba un camino chorreante del baño a la puerta.

Lo colocaron sobre la cama mientras el médico llamaba a emergencias, los papás se tiraron de rodillas al piso y lo abrazaban… yo seguí parada junto a la puerta, no sabia que hacer, quería correr a su regazo pero el cuerpo se negaba a responderme… Todos sabíamos que ya era la hora, en medio del dolor que me desgarraba el pecho, solo podía oír la despedida de Isabel y Bernardo a su único hijo, cada palabra era como si me quitaran una parte del cuerpo, pero luego oí su voz que a pesar del dolor que sabia que sentía seguía sonando como el canto de un Angel, encerrando toda la melancolía y el dolor que implica separarse de sus amados… Pero entre todo lo que pasaba creo que se habían hecho a la idea , solo se dedicaban a acariciar, mirar y besar a ese hijo que se iba para no volver…

Isabel se levantó entendiendo que mi cuerpo no me respondía me llevó junto a él, las lágrimas en mis ojos no me dejaban ver, así que mi único movimiento fue para apartarlas de mis ojos, luego lo vi con los labios rojos… era sangre… Sentí como sus manos tomaban las mías y yo repase por última vez sus facciones perfectas, su cara girada hacia mi, su piel traslúcida casi transparente y sus ojos que solían ser azules ahora tenían un color agua marina fijos en mi… tratábamos de decirnos en una mirada todo el amor que nos teníamos y que las palabras no alcanzaban a explicar, y oí que con un leve susurro me decía:

-Me amas??

-Más que a mi vida- dije y mirando al cielo suplique entre sollozos- Dios llévame a mi no a él!!!

-No digas eso… yo prepararé el camino para ti… te aseguro que te esperare al otro lado…

-Llévame de una vez- lloré.

-No… tienes que prometerme que serás feliz y vivirás la vida…- dijo casi suspirando

-Te amo. No me dejes por favor…

-Esposa mía… Me hiciste el hombre más feliz del mundo… Te amo… Prométemelo…

-Te lo juro… no te dejare de amar…

-Ni yo a ti… - tosió- no puedo mas…

-Por ti lo dejaría todo… Ven a visitarme … si?- sabia que era egoísta pedir eso pero no quería alejarme de él.

-Todo el día, todos los días… no me separare de ti…

Los papas sabiendo que era el momento solo le dijeron:

-Te amamos…

-Y yo a ustedes…- suspiro pasando su mirada entre los tres y sonriendo al final…

Y ese fue el final… Ahí tendido en una cama quedó mi corazón, mi alma y mi vida… No podía creer que eso era todo… Bernardo e Isabel lloraron abrazados, y yo por primera vez en mucho tiempo me sentí sola e incompleta… Me acerque a él y lo besé en la boca tratando de sentir su respiración, o el latido de su corazón, pero todo fue en vano, así que hundí mi cara en su cuello sintiendo su aroma y el sabor de la muerte en la boca.

Han pasado 7 años desde aquel día… quede vida a las 16 y ahora con 23 no logro entender porque mi esposo… mi nano… mi Fabián… tenía que morir de Cáncer con solo 19 años… y aun me pregunto por que aun no viene por mi?

Pero por más que pienso no hallo respuesta a una pregunta:

¿Porque los que se aman pelean y nunca más se vuelven a ver? Si yo daría mi vida entera solo por tenerlo un segundo más junto a mí…

Por 
Marcelita Pantano

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